
En 1999, Clive Christian adquirió la histórica perfumería Crown, fundada en Londres en 1872 y avalada por la Reina Victoria, quien le otorgó su nombre y corona como símbolo de excelencia. Inspirado en su legado, elevó la perfumería de lujo a un nuevo nivel.
Crown surgió para ofrecer fragancias revitalizantes a las damas victorianas, sustituyendo las desagradables sales de amoníaco. Su éxito la posicionó en la corte, dándole acceso a exclusivos ingredientes de las colonias. Su perfume 1872 fue vendido a bordo del Titanic, con registros de tres cajas en el barco.